30 abril 2006

Escalar cuando haya montaña

Me sentí en medio de la ola, captando con los ojos las imágenes de un presente tentador, ofreciente de miradas infinitas y cuerpos moldeados. Vestido con ropajes futuros, o presentes, me pregunté en esas horas de zozobra cuándo volvería a bailar con la risa del demonio, sobre el fuego de la calle, oliendo el perfume de la locura.

Por fortuna, todavía estoy y me siento en el lado fresco de la balanza, aunque a veces me engañe la traicionera realidad e incluso mi propio pasado (excepto cálidos episodios en medio del frío) de mansedad incompatible con la propia naturaleza chalada de la inocencia. Yo mismo me debato en esa batalla que creo todavía no perdida, pero sin saber cuándo podré participar en la lucha, porque la guerra es una sucesión continua de escaramuzas.

Mientras llega el momento, que quede abierta la puerta.

29 abril 2006

Raíles oxidados

Risas de altavoz desafinado suenan en el umbral de la estación. Retumban en las paredes, en los bancos, en las sucias baldosas que ya no reflejan la opulencia de los tiempos pasados. El vagabundo, única presencia en la penumbrosa estancia, perfila una de las muecas de su reducido catálogo de discrepancias con la vida, mohíno cuadro decolorido de un presente que no recuerda. Se prepara ya para la rutina que, de tanto escuchar, le pertenece. Al detenerse la estruendosa maquinaria, un revisor más resignado que sus pasos entra en la sala y anuncia: viajeros al tren. Camina hasta la que fue monumental puerta y afirma: viajeros al tren. Inseguro fuera del vagón de sus miserias, emprende el regreso. Al llegar a la altura del vagabundo, se detiene una vez más y escupe: viajeros al tren.

No recuerda que el tren hace años que dejó de parar, en la vieja estación.

Natural

Desconfío de la falta de autenticidad, de la falsedad interpretativa, de lo que no sea natural cuando lo puede ser, sin pretensiones. Hay momentos, continuamente, en que la gente sufre una transformación para adaptarse con comodidad, sin perder la sonrisa, impunemente incluso, a situaciones alejadas de su pensamiento y de su forma de actuar. Eso no es flexibilidad ni adaptabilidad al cambio, cualidades estas positivas y necesarias, sino una pérdida de personalidad, una renuncia a tus creencias, una pobre actuación.

Mi paciencia se rebela ante los que critican a los que ayer reían y ante aquellos que loan a los que ayer ridiculizaban. Ahí, en ese punto, se acaba mi diplomacia. Es el momento de abandonar elegantemente la escena, si se logra no caer en la tentación de reir o llorar frente a semejante actitud ilógica y poco divertida.

Cuando lo pienso me pregunto si es una reacción a mi incapacidad de detener y protestar ante tonterías de ese calibre. Admiro, como una parte de la belleza de las cosas, la naturalidad y la claridad de ideas. Yo no puedo ser quien no soy (aunque sí puedo no tener las ideas claras), ni quiero pretender ponerme una máscara carnavalesca para actuar frente a un público del que no me interesa su aplauso.

Además, la naturalidad está directamente ligada al mejor solucionador de problemas del mundo mundial: el humor.

28 abril 2006

Poder nuclear

El 26 de abril, hace dos días, se cumplió el vigésimo aniversario de la catástrofe nuclear de Chernóbil (Chernobyl). El reactor número 4 de la central nuclear ucraniana (por aquel entonces, todavía soviética) explotó poco después de comenzar el día, al encadenarse una serie de fallos humanos y técnicos en la sala de control de la central. Sólo más de un día después (en la mañana del 27 de abril de 1986) se desalojó la ciudad de Prípiat (Prypiat), construida en los años 70 para albergar a los trabajadores de la central (5000, de los 48000 habitantes de la misma). Nadie sabía nada en la ciudad, situada a menos de 1 kilómetro de la central, de lo que había pasado, ni de que a esa hora había muerto ya una treintena de personas debida a la exposición directa a la radiación. Eran los liquidadores, jóvenes soldados traídos para extinguir el incendio e intentar arreglar el desaguisado nuclear. Muchos de los que sobrevivieron a esos primeros momentos fallecieron en los días o meses siguientes.


La URSS de Gorbachov, que propugnaba una transparencia informativa hasta entonces inexistente en el país, se tomó el asunto con tranquilidad. Cuando desalojó Prípiat, miles de personas habían estado expuestas ya a niveles de radiación 150 veces superiores al máximo recomendado para evitar riesgos en la salud. El resto del país, incluidas otras zonas directamente afectadas por la nube radiactiva, sólo se enteró de lo ocurrido 10 días después, cuando el Jefe de Gobierno compareció en la televisión estatal para anunciar la “tragedia”.


No sólo liquidadores murieron a consecuencia del accidente nuclear. Las fuentes varían mucho en este sentido. Greenpeace, en su
página dedicada al aniversario, y con datos de la Academia Rusa de Ciencias, habla de 200000 muertos, mientras que National Geographic asegura que las cifras que hablaban de decenas de miles de muertos están científicamente desacreditadas, y que apenas 4000 han muerto de forma directa de cáncer provocado por la radiación. La cifra exacta no se sabe, pero en cualquier caso, como indica Greenpeace, las consecuencias trágicas del accidente no se limitan a las muertes causadas por la rotura del reactor, sino que van mucho más allá:

Los efectos de la nube radiactiva han sido devastadores: 200.000 víctimas en las tres república ex-soviéticas (según informa la Academia Rusa de Ciencias), se prevén otros 270.000 casos de cáncer en el mundo de los cuales 93.000 mortales, disminución de la capacidad de defensa del sistema inmunitario de los afectados, envejecimiento prematuro de unos 7-9 años, malformaciones, mutaciones genéticas, 350.000 personas realojadas, más de 5 millones de personas aún viven en las zonas contaminadas, pérdida de las tierras agrícolas por contaminación, crisis económica y los consecuentes trastornos socio-psicológicos.

También National Geographic, en un
reportaje (narrado en voz y con estupendas imágenes) en su revista de abril, reconoce que las muertes directas son sólo una parte de las graves consecuencias del accidente:

A día de hoy, unos 4000 niños y adolescentes en Bielorrusia, Rusia y Ucrania han sido diagnosticados de cáncer de tiroides, sobre todo en Homyel, una región bielorrusa enormemente contaminada, un poco al norte de Chernóbil. Al menos 9 de ellos han muerto a causa de la enfermedad (…). Un estudio del Fórum de Chernóbil, un grupo de expertos convocados por la Agencia Internacional de la Energía Atómica, la Organización Mundial de la Salud y otras agencias de Naciones Unidas estimaron que, de los millones de personas expuestas a la nube radiactiva de Chernóbil, unos 4000 morirán de leucemia y otros tipos de cáncer causados por la radiación (…). Pero Jacov Kenigsberg, Jefe de la Comisión Nacional para la Protección de la Radiación de Bielorrusia, indica que llevó de 20 a 25 años la aparición de algunos cánceres inducidos por la radiación en los supervivientes de las bombas atómicas. “Podemos decir que estamos en el comienzo del camino”.


El accidente tuvo consecuencias psicológicas graves sobre los afectados. Algunos científicos creen que la elevada tasa de enfermedades del corazón presentes en los liquidadores es un resultado de una ingestión excesiva de alcohol, además del estrés, dietas pobres y fumar mucho tabaco, a consecuencia de lo vivido tras la explosión del reactor número 4. Algunos, no sólo liquidadores sino otros afectados, creen que ya están condenados, y no les importa ingerir setas y frutos crecidos en terreno contaminado.

La explosión del reactor liberó una radiación entre 100 y 500 veces superior (según las fuentes) a la de la bomba atómica de Hiroshima. Afectó a 160000 km2 en las tres repúblicas soviéticas mencionadas (1/3 de la superficie de España), y la nube cubrió otros 45000 km2 de superficie en otros países europeos. Debido a los vientos que soplaron de componente este los días posteriores a la catástrofe, la radiactividad llegó hasta el centro de Suecia, a unos 2000 kms de la central nuclear. Allí, todavía hoy se pueden recoger setas en el sotobosque de los extensos bosques boreales que, al ser analizadas, muestran un porcentaje alto de Cesio 137. Este es uno de los isótopos, de los emitidos en la fuga radiactiva y junto con el Estroncio 90, más estables, y que no desaparecen hasta varias décadas después de haberse depositado.

Las consecuencias del accidente han permanecido en la siguiente generación. Muchos niños nacidos de madres afectadas por la radiación sufren de dolencias y malformaciones difíciles de curar. Muchos, incluso algunos ya nacidos cuando ocurrió la catástrofe, fueron abandonados por sus padres y viven todavía en orfanatos (recomiendo ver el interesante
reportaje de Mercedes Milá en Tele5 sobre Chernóbil y otras centrales nucleares, entre ellas las españolas).

Pero, a pesar de todo esto, miles de nuevas centrales nucleares están siendo proyectadas y construidas en todo el mundo. La India, con 15 reactores en funcionamiento, construye 8 en la actualidad, alguno de ellos en zonas de alto valor ecológico. Estados Unidos opera 103 (el 25% de todos los que funcionan en el mundo) y planea la construcción de nuevos reactores. China planea quintuplicar su capacidad nuclear en los próximos años.

Los defensores de la energía nuclear afirman que es la energía más limpia (de hecho, es la que menos emisiones de gases de efecto invernadero emite a la atmósfera, menos incluso que la energía eólica o la solar) y, por encima de todo, que un aumento en la cuota de energía producida por las centrales nucleares, en detrimento de las térmicas que funcionan a base de carbón (y que emiten 300 veces más gases perjudiciales para al atmósfera que las nucleares), sería beneficioso para la salud humana y la del planeta, incluso para paliar en parte los efectos del cambio climático. Para muchos países en desarrollo, además, la energía nuclear supone un pilar en sus ambiciones de convertirse, algún día, en países desarrollados. Incluso en la propia Ucrania, los liquidadores de Chernóbil son partidarios de la construcción de nuevas centrales: Somos profesionales y comprendemos que no hay alternativa al desarrollo de la energía atómica, salvo que el mundo quiera renunciar al progreso, dijo uno de ellos en pleno homenaje a las víctimas del accidente nuclear.


Sin embargo, los riesgos de la energía nuclear son indiscutibles, incluso para sus más ardientes defensores: un accidente como el de Chernóbil puede volver a ocurrir. También un ataque terrorista o incluso un simple robo de material nuclear para la hipotética fabricación de una bomba atómica.

Hace dos días se cumplió el aniversario del accidente nuclear de Chernóbil, que afectó a unos 7 millones de personas (650000 niños) de forma directa. Dentro de dos días, se cerrará la central nuclear de Zorita, la primera en España que va a ser clausurada. La energía nuclear no está en declive, sin embargo. El aumento de la población mundial implica un incremento de la demanda de energía, y las nucleares son una forma eficiente y limpia de conseguirla. Muchos Estados desarrollados o en desarrollo abogan por un renacimiento de la energía nuclear como solución a la escasez de fuentes de energía rentables y respetuosas con el medio… a pesar del alto riesgo que encierran para la salud humana si ocurriera cualquier accidente. En España, las centrales nucleares producen un cuarto de la energía total. Quizá esto que escribo lo haga gracias a la energía nuclear, que mantiene mi ordenador encendido. Pienso que hay que seguir apostando por las energías renovables, como la solar o la biomasa, que aunque puedan emitir más gases de efecto invernadero que las nucleares, sin duda no entrañan los riesgos de éstas.

Ojalá la fortuna nos siga sonriendo, ya que desde Chernóbil no ha ocurrido ningún accidente nuclear de gravedad. Los afortunados que tenemos acceso a la energía eléctrica (¿cuánta proveniente de una central nuclear?) seguiremos usándola aunque sea, como a través de este ordenador encendido, para apoyar el desarrollo de energías alternativas o renovables. ¡Menos coche y más bicicleta!

Fotos:
[1] Reactor 4, Central Nuclear de Chernóbil [National Geographic Magazine, NGM]
[2] Un piso de la ciudad fantasma de Prípiat, evacuada por completo a las 40 horas del accidente [NGM]
[3] Niño afectado por la radiación, paciente de cáncer [NGM]
[4] Mina de carbón, primera fuente de energía a nivel mundial [NGM]

Fuentes:
Greenpeace
National Geographic Magazine (abril 2006)
Tele 5

El País


26 abril 2006

Tejas de un tejado inacabado

Arropado por la manta temblorosa, reflejo de mis pasos perdidos en la mañana, salgo a husmear el viejo verano, conocido, traidor de las ilusiones caducadas, portador de las posibilidades del amanecer y de los pensamientos emancipados.

Un rellano de cartón-piedra frena mis instintos de correr hasta alcanzar el sol de la mañana. En todo caso, otras veces que lo intenté se ocultó tras las montañas cuando a punto estaba de rozarlo con mis dedos.

Observa el astro cómo su trazo, cálidamente surrealista, no puede ser ignorado por la fuerza de los tiempos que arrastran lo que alcanzan a su paso: las ideas confusas de transformación de lo real y lo irreal, bajo la lente oscura que las protege de las radiaciones espaciales.

Avanzo con los brazos abiertos hacia el viento de levante. Me llueve la arena del desierto, el aire del mar, el olor a algas, a la naturaleza que pacientemente espera una decisión. Abro los ojos. Cuando la tierra oculta mi retina, sonrío a la traición del sol.

18 abril 2006

La lucha que es el mundo

"Germinal", de Émile Zola

La dicotomía que hace funcionar el planeta es la de trabajador y empresario. Los trabajadores siguen luchando por sus derechos día a día, parece mentira, después de siglos de fatigosa reivindicación de lo que justamente les corresponde. Es una trama compleja, mil veces analizada, protagonista de cantos, poemas, películas, novelas y, sobre todo, movimientos sociales, revueltas y revoluciones ocurridas a lo largo de los siglos hasta el día de hoy.

De forma natural, las cosas tienden a un equilibrio entre dos corrientes, entre dos opciones, entre dos posibilidades. Nos movemos siempre entre dos extremos, hagamos lo que hagamos, cuando nos pronunciamos, cuando observamos, cuando amamos y dejamos de amar. Caminamos por la entropía que nos rodea, mientras intentamos llegar a un acuerdo con nosotros mismos, alcanzar el balance que nos permita ser felices siendo, sin serlo, egoístas para con los demás.

Una parte importante de esa apacibilidad que deseamos es nuestro trabajo, aquello que podemos conseguir y mejorar mediante nuestras manos y nuestras mentes. No dependemos completamente de nosotros mismos en esa situación, casi nunca. Nos vigila el Gran Hermano empresarial, a veces dejando hacer, muchas otras generando, en mayor o menor manera, un movimiento de los que mueven las cosas para que éstas se muevan mejor.

Émile Zola escribió Germinal a finales del siglo XIX, una obra representativa de las desigualdades que seguimos observando hoy en día, sobre todo en los países en desarrollo. En los desarrollados, la lucha de clases y de sexos ha servido para llegar adonde hoy nos encontramos, a una sociedad todavía muy desigual pero que no permite los pasos hacia atrás (a menos que se los impongan). Sin embargo, todavía hoy hay que pelear por la justicia del trabajo, como han hecho recientemente los estudiantes franceses hasta evitar la entrada en vigor de una rocambolesca ley que permitía el despido libre de los trabajadores jóvenes en sus primeros dos años de empleo (¿Quién dijo inserción laboral?). En España, a pesar de la infame situación laboral de los jóvenes, de momento no decimos nada.

Zola describe en su novela la lucha por la dignidad de los trabajadores de las minas de carbón, en la Francia de mediados del XIX. Refleja con dura agudeza la desigualdad entre los paupérrimos trabajadores, tratando de sacar adelante a sus familias a base de interminables jornadas arriesgando sus vidas en la mina (derrumbamientos, explosiones, enfermedades) y los propietarios y (ya entonces) accionistas de la explotación, disfrutando de sus vidas busquesas a base de la miseria y muerte de los trabajadores. Narra el germen de la rebelión, la aparición de la rabia contenida tras años de escasez y opresión, y el desarrollo de la lucha a través de una bella crónica a favor de los desfavorecidos. Van unos extractos:

"Étienne estaba contemplándolo, y la sangre volvía a subir a su corazón. Si los obreros sufrían hambre, la Compañía gastaba sus millones. ¿Por qué había de ser ella la más fuerte en aquella guerra del trabajo contra el dinero? En cualquier caso, la victoria le costaría cara. Luego contarían sus cadáveres. Le dominaba de nuevo un furor de batalla, la necesidad feroz de acabar con la miseria, incluso al precio de la muerte. Daba igual que el poblado reventase de golpe si había que seguir reventando poco a poco de hambre y de injusticia (...)".

"Pensativo, el señor Grégorie miraba a aquella mujer y a aquellos críos lastimosos, con su carne de cera, su pelo descolorido, la degeneración que les impedía crecer, roídos por la anemia, y de una fealdad triste de muertos de hambre. Se había producido otro silencio y sólo se oía la hulla que ardía y soltaba un chorro de gas. La sala húmeda tenía ese aire pesado de bienestar con que se adormecen los rincones de la felicidad burguesa."

Blanco y negro. La historia de siempre: el empresario, en poder del dinero y las armas, explota para nunca sentirse satisfecho; mientras, los trabajadores no tienen con qué sentirse satisfechos. Porque no tienen nada.

16 abril 2006

Maníaco embrollo

Please, let me be
No more, no less
A beautiful mess
(Marlango, Beautiful mess)


Soy reflexión andante
Una nube de papel
Una duna del Sahel
Un párpado al volante
Hoy.



Torpezas que canto
las barro con la mano
del viento insano
que vuela el llanto
Hoy.



Otro paso más
Un dibujo de sonrisa
Acallado con la prisa
Atacando por detrás
Hoy.




Acabó la carrera
Hoy no es ayer
Ni es hoy.

Fotos:

[1] Punta Paloma (Cádiz). 15 Septiembre 2005 [Wala]

[2] Eléboro (Helleborus phoetidus). Sierra de las Nives (Málaga). 8 Abril 2006 [Wala]

[3] Estepa blanca (Cistus albidus). Sierra de Grazalema (Cádiz). 16 Abril 2006 [Wala]

[4] Atardecer en la Sierra de Grazalema, visto desde la Sierra de las Nieves. 17 Febrero 2006 [Wala]

07 abril 2006

Morirá la llama

Fuego.

Fuego que nutre, fuego que quema, fuego que ciega mis ideas ya casi olvidadas.

Fuego que aparece y desaparece, fuego que arrasa la risa, fuego que apaga el desasosiego.

Fuego, fuego a extinguir, fuego que no llega, fuego deseado.

Fuego detestado, fuego contradictorio, fuego social, fuego de lo incompleto.

Fuego sin humo, fuego homicida, fuego en la mirada.

Fuego cobarde, fuego bromista, fuego que corre más que tú. Fuego.

Fuego, apágate.


Atardecer de fuego sobre la Sierra Blanca (Málaga)

06 abril 2006

Acontece

Otra vez me traicionó el amanecer, que dejó en mi felpudo el periódico de las existencias incompletas.

Lo abrí por la primera página, la de internacional, para constatar que el mundo no escribe las historias que lo hacen girar.

Pasé por la sección de opinión, donde aparecieron los espectros de los que esculpen en la tierra el transcurso de las cosas.

Al llegar a nacional, comprendí los apuros de la física para imponer el equilibrio natural de los fenómenos moleculares.

El deporte mostró una vez más que no siempre los poderosos son los que más consiguen, aunque la sección de economía lo negara a base de los gráficos de la injusticia.

Al cerrar el periódico, miré en derredor buscando su propio destino. Entonces, encontré un contenedor para material radiactivo, y allí lo introduje.

Sólo después recordé que había olvidado leerlo de atrás adelante, como siempre antes había hecho. Pero ya era tarde para rectificar.

03 abril 2006

Aguardaré

No transitaré por la senda
de las conversaciones malversadas
que recuerden lo que tengo.

No regalaré carcajadas
de los instantes comunes
que muestren lo que fuí.

No soplaré la brisa
de la simple historia
que viaje en mi humanidad.

No pisaré con mis párpados
en el fango traicionero
que forman la tierra y el mar.

No dormiré entre tinieblas
de una paz mentirosa
que esconde lo que vendrá.

01 abril 2006

Manifiesto (I)

La única rutina que no odio es la de tu cuerpo.

Acrílico de Jorge Cárdenas Aceves (Kok)