26 mayo 2006

Pasajero Sr. Sueño

Hoy vi cuatro olas hacer un cuadro. Todavía asombrado, enterré mis pies en lo que creía arena pero no era otra cosa que barro, barro marino. Largas líneas de espuma se enredaban en besos imposibles. Un sueño guerrero chapoteaba en las anchas lenguas de mar engañadas por el sol vespertino.

Me senté en una duna a observar los esfuerzos de aquel ente, aquella ilusión visible sin serlo, revolviéndose furiosa en el impertérrito oleaje. Pensé fugazmente en ayudarlo, pero el pensamiento se fue tan pronto como había venido: algo me dijo que el sueño se rebelaría a cualquier ayuda exterior.

Cuando salió del aprieto marino, se acercó y se sentó a mi lado. Durante un rato, observamos en silencio la prolongada agonía del sol. Me preguntó que por qué no le había ayudado. Busqué en él a mis propios sueños escapados. Pero en su lugar me encontré a mi mismo.


Foto: Playa de las Mimosas, Málaga. 15 Marzo 2006 [Wala]

20 mayo 2006

Vuelo con destino impar

Tiempo de viajar, de historia vital, de experiencias en el asfalto extranjero. Tiempo de dar de sí, hablar desde dentro, abrir los sentidos y sentir la prevalencia del tacto sin prestarle atención (esta vez). Tiempo de dejar a los perros en la calle y entrar libre de cargas en la oficina, de excitante incertidumbre en las ventanas desconocidas.

Tiempo de recordar y hacer saber lo que muchos dudan: que a veces las historias nacen desde fuera.

19 mayo 2006

Luchar con la palabra

"Confieso que he vivido", de Pablo Neruda

La vida de muchas personas está determinada por una fenomenal combinación de oportunidad y talento. Desde niños o jóvenes, son ellos su propia historia fantástica, algo que tarde o temprano les llevará al éxito o a las portadas o a las bocas de la gente.

Pablo Neruda, poeta chileno, dedicó su vida a escribir y hacer de su escritura una herramienta de lucha política, como cuenta en su estupendo libro de memorias, Confieso que he vivido. Pronto se definió comunista, y a pesar de las decepciones que se pudo llevar al ver el giro erróneo que esta doctrina tomaba en manos de algunos dirigentes mundiales, nunca abandonó sus ideales a favor de los más desfavorecidos, que le idolatraban tanto en su país natal como en muchos lugares del resto del mundo. Murió comunista, apenas dos semanas después del golpe de estado de Pinochet, en su casa de Isla Negra, seguramente muy apenado de ver que el triunfo largamente esperado del pueblo una vez más era interrumpido por la violencia.

Neruda fue cónsul de su país desde muy joven, apenas pasados los veinte años, en lugares tan exóticos como Ceilán (hoy Sri Lanka) y Rangoon, la capital de Birmania. Cerca de ese país, en Camboya, y muchos años más tarde, el líder comunista Pol Pot realizaría una de las mayores "limpiezas étnicas" (que término más horrible) ocurridas en el sudeste asiático. Hoy nadie puede imaginar que a un chaval de veinte años se le confíe una delegación diplomática (seguramente le pedirán de 5 a 10 años de experiencia, jaja, además de dos carreras), pero en aquellos tiempos estos episodios románticos eran incluso comunes.

Viajar por el mundo le sirvió a Neruda para ser testigo de cambios políticos, culturas exóticas, opresión y guerra. Estuvo en la guerra civil española, marchándose antes de que fuera demasiado tarde. Desde París apoyó la emigración de españoles a Chile y Argentina. Pocos años más tarde, él mismo habría de exiliarse en este último país, cuando uno de los dictadores chilenos puso precio a su cabeza.

Entre tanta aventura, Neruda publicaba increíbles poemas que viajaban por las manos del mundo. La poesía le dio más fuerza que a algunos las armas, por eso era temido. En los países más diversos leían sus libros. Su activismo hizo que su escritura creciese (y viviese) aún más en el universo de tantas gentes y pueblos. Los últimos años de su vida los dedicó a servir al legítimo gobierno de Salvador Allende, hasta que éste fue derrocado por la muerte vestida de militar. Me cuesta creer que la gente muera de pena, pero en el caso de Pablo Neruda me parece tan poético como real.

17 mayo 2006

Mirar sin mirar

Reflexionaba en su vieja obsesión con los absolutismos. Los de siempre, los históricos, y también aquellas características de su extraño universo personal que él metía dentro de esa categoría. Creía firmemente que no podría alcanzar nunca el éxito: nada lo hacía distinguirse de los demás como lo hacían los triunfadores, los que dejaban una estela tras de sí.

El tiempo seguía pasando mientras vivía encerrado en su estrecha cápsula inaccesible. Pensaba en las veces que había mirado la espalda de una mujer, esperando poder mirarle los ojos. Pero ninguna le había dado ese privilegio, esa pequeña concesión que no movería más que su ingrato mundo de ilusiones sin salida.

Miraba el suelo mientras caminaba, ajeno al ruido exterior. Notó una presencia en la distancia. Cruzó la mirada al pasar al lado de la belleza femenina. Una vez más, se giró para mirarla y esperar una segunda oportunidad en sus ojos. Pero sintió miedo y volvió a mirar al frente, y nunca volvió a verla para preguntarle qué había hecho.

13 mayo 2006

Historia andante

Los veo caminar incansablemente, con la mirada al frente y a los lados, cargados de bártulos de todo tipo. Durante horas, pasean sus cuerpos atléticos cubiertos hasta los pies, erguidos y dignos. Detrás de las maletas con gafas y relojes, de los brazos cubiertos por pareos de mil colores, está la historia que no conocemos. Es la historia de un expatriado, de una aventura suicida para conseguir un sueño inalcanzable en nuestro saturado mundo desarrollado.

Es la imagen de lo que hicimos de África, una jugosa tarta llena de frutos fantásticos repartida al tun-tún entre unos cuantos que no tenían frutos, pero sí armas para recolectarlos. La imagen de lo que les enseñamos los europeos: la dictadura de la razón única, el mandato de los tiranos, doctrina que ellos aprendieron bien y perpetúan todavía en muchos países. Es la representación, en arrugas y pies, del tiralíneas con el que se trazaron las fronteras de sus países, dividiendo etnias y pueblos al servicio de sus majestades, los colonizadores. El mismo tiralíneas que usan ellos ahora para dibujar la línea más corta hacia nuestra costa, sobre la que plasmarán las penurias de un viaje dramático. Huyen de los países que los necesitan para progresar, para sacudirse el lastre de los sátrapas de cosecha propia, herederos de los sátrapas extranjeros, pero muchas veces incluso más crueles.

Caminan la playa, arriba y abajo, en busca de un sueño negado de antemano. Pero ellos no lo sabían.



Foto tomada en Punta Paloma, Cádiz. Septiembre 2005 [Wala]

Manifiesto (III) en boca de sabio

Lo dijo uno que sabía escribir:

Yo quiero vivir en un mundo sin excomulgados. No excomulgaré a nadie (...). Quiero vivir en un mundo en que los seres sean solamente humanos, sin más titulos que ese, sin darse en la cabeza con una regla, con una palabra, con una etiqueta. Quiero que se pueda entrar a todas las iglesias, a todas las imprentas. Quiero que no esperen a nadie nunca más en la puerta de la alcaldía para detenerlo y expulsarlo (...). Quiero que la gran mayoría, la única mayoría, todos, puedan hablar, leer, escuchar, florecer. No entendí nunca la lucha sino para que ésta termine. No entendí nunca el rigor, sino para que el rigor no exista. He tomado un camino porque creo que ese camino nos lleva a la amabilidad duradera. Lucho por esa bondad ubicua, extensa, inexhaustible (...).

Extraído del libro Confieso que he vivido, de Pablo Neruda (1904-1973)
Nota: el comentario sobre las alcaldías no es aplicable a las de la Costa del Sol.

Entornada, pero abierta

Ayer me di cuenta de todo. O casi. De que hasta que yo no cierre mi puerta ellos no habrán cerrado la suya, claro. Cómo no me pude percatar antes. Esto explica tantas cosas, tantas miradas cansadas, tanta aprensión escondida en una jaula invisible, tanta frustración obligada, pero que sólo los mejores ejercen hasta el final.

Fue pisando la arena mojada de la playa cuando puse mis dudas a tender. Una paradoja, allá a la orilla del mar fue donde la marejada se apagó momentáneamente. También allí, sin embargo, encontré el germen de la desazón que me atacaría al anochecer, con las tórtolas acostadas y los grillos desaparecidos. La semilla que agarró, y me rodeó con su fatiga de siglos. Me pregunto si me siento mejor ahora que lo descubrí. Quizá, algo. Pero no suficiente.


Foto: Pies Mojados [Ewa Kulak]

10 mayo 2006

La historia de siempre

Con sólo 38 años, Idriss Déby alcanzó su máxima ambición. Atrás quedaban los años de incertidumbre, de intriga, de exilio. Al fin podía hacer uso de las valiosas enseñanzas adquiridas apenas cinco años antes en la Escuela de Guerra de París, un lugar que no perdió tiempo en esconderse bajo ningún eufemismo. ¿Cuál mejor para recibir la formación que necesitaba para sus propósitos? Al fin y al cabo, esta Escuela había exportado su idea exitosa a otras partes del globo: en los años 60 desembarcó en Argentina sin ánimo de esconderse bajo seudónimo alguno. Se creó la Escuela de Guerra de Buenos Aires, donde sus afamados profesores, veteranos militares franceses de la Guerra de Argelia, enseñaron a los militares argentinos el arte de la tortura.

Pero eso es otra historia. El joven coronel Déby regresó a su país con la lección bien aprendida y en una posición de privilegio para acometer sus buenas y democráticas intenciones. El 1990, derrocaba a su jefe, el Presidente Habré, y se proclamaba jefe de Estado de Chad, asegurando a la población la pronta instauración de una democracia en el país, que tenía ya en el contador unas cuantas dictaduras militares desde su independencia en 1960. El antiguo poder colonial, Francia, bendijo el golpe de estado igual que había bendecido los anteriores. Mientras, la población observaba el proceso con lógicas dudas, preguntándose si el cambio político sería al fin en su beneficio. Pero no lo fue.

Unos meses más tarde de su triunfo militar,
Déby se proclamó presidente de la República. Pobre hombre, ¡mira que haber prometido democracia! Menos mal que la memoria es flaca y que se olvidó de sus promesas, no fuera a ser que no se pudiera enriquecer a costa del pueblo. Bueno, en el improbable caso de que hubiera decidido trabajar por sus conciudadanos, ya tenía allí a un millar de militares franceses para recordarle que se dejara de pamplinas, mejor hacerse rico dando concesiones de los recursos naturales de Chad a Francia a precios asequibles. El pueblo ya saldría adelante, hombre, que ya son mayorcitos. Pero para que no sospechen, le dijeron: celebra elecciones de vez en cuando. Nosotros te dejamos al Sr. Grand D'Esnon, realizador de las campañas electorales de Chirac, para que te ayude a hacer las tuyas y, por el mismo precio, a amañar las elecciones.


Hoy hace una semana que se celebraron elecciones en Chad. Todos los partidos en la oposición, unos 20, formaron una coalición para boicotear las elecciones, seguros de que estaban arregladas de antemano para la victoria de Déby (la tercera, tras 16 años en el poder). El día de las elecciones, los aviones de la armada francesa
sobrevolaron las columnas rebeldes que intentan derrocar a Déby (¿vendrá un nuevo dictador, o un demócrata?) para darle información militar a su protegido presidente. No hubo sorpresas: sin oposición concurriendo a la cita electoral, Déby se proclamó presidente para un nuevo quinquenio. Parece que sobre este señor no pesan las 25 mil muertes a opositores de las que se le acusa, ni el empobrecimiento de un país que ocupa el undécimo puesto por la cola en la lista de desarrollo de la ONU (entre 192 países), pero del que salen 200 mil barriles de petróleo al día hacia Occidente. El Banco Mundial, desde el descubrimiento de sus yacimientos petrolíferos, ha presionado al gobierno de Chad para que invierta gran parte de sus ingresos en la población, pero Amnistía Internacional denuncia que uno de los superproyectos de infraestructuras del Banco, la construcción de un oleoducto de más de 1000 km hasta Camerún, puede contribuir a la violación de los derechos humanos de las poblaciones y trabajadores afectados por el proyecto.



Las esperanzas de la población son pocas, como explica un
artículo sobre los países petroleros africanos: Chad's infant oil industry is effectively a joint venture among the oil companies, the government, and the World Bank. Boiled down, their mission statement is to extract oil profitably, to share the proceeds in a transparent and equitable way, to protect the environment, and to spend most of the government's share on reducing poverty. The big question is whether this original formula can transform one of the continent's classic basket cases into a functioning state, providing its nearly ten million citizens—whose annual per capita income is about $1,600—with a decent future after decades of civil war, injustice, and upheaval. But pending the achievement of this ambition, gratitude is simply not on the agenda in the villages we visit. Distrust and unsatisfied expectations certainly are.

Déby, asustado tras varios intentos de golpe de estado, gasta el dinero del petróleo en armamento. El Banco Mundial cancela los proyectos de desarrollo en el país, ante tal afrenta. Dura ya mucho el sueño del viejo coronel Idriss Déby.


Fuentes y enlaces a las mismas: subrayadas en texto
Fotos:
[1] Wikipedia
[2] National Geographic

09 mayo 2006

Enigmas sin sonido

Presiono con mis dedos el espejo de una frustración escondida. Nosotros mismos somos los culpables de la pérdida de identidad de nuestros secretos, entidades fantasmagóricas para los demás, requiebros a la apariencia para nosotros. Pero raras veces lo hacemos. Al menos no todos, siempre queda algo intransigible, una pequeña parcela en la que encerramos cosas de las que nos avergonzamos, aventuras incontables, espectros de cuando éramos otros, ideas contrarias a lo que somos, casas vulnerables con habitaciones inconfesables.

05 mayo 2006

Manifiesto (II)

Mis ojos te ven, aunque sea imposible.

[Picasso]

04 mayo 2006

Billete de largo recorrido

Un viaje inacabado es lo que somos, y algunos incluso queremos ser. Una intrépida aventura a todo lo que queda por conocer. Un periplo sin rumbo previo, un vuelo de cóndor por paisajes invisibles llenos de color, una odisea por los rincones inexplorados de la belleza perdida.

No renunciemos al éxodo, aunque no nos movamos de nuestro sillón. Sentémonos en la borda del crucero que lleva nuestros sueños. Miremos el horizonte mientras planeamos cuáles de ellos queremos cumplir.

Iniciemos la expedición a los territorios que no nos pertenecen. Hagamos valer nuestro derecho sobre todas las cosas del mundo y ninguna. Recorramos el planeta de la imaginación de igual a igual con todos sus pobladores.

Agarren la maleta y llénenla, pero dejen fuera los demonios.