
Ian Paisley, líder protestante (izquierda), y Martin McGuinness, unionista, fueron durante muchos años acérrimos enemigos. Paisley manifestó, en un célebre mitin, que no hablaría con el Sinn Fein, never, never, never. McGuinness fue un miembro destacado del IRA, al que responsabiliza de muchos asesinatos. Ambos alentaron durante años la lucha armada, ambos son responsables de buena parte del odio que existía en Irlanda del Norte, de los barrios separados por enormes muros y alambradas, de las suspicacias, del miedo.
En las recientes elecciones, el partido de Paisley fue el más votado, seguido del Sinn Fein de McGuinness. Para poder formar un gobierno autónomo, disuelto desde 2002, el gobierno británico sólo les exigía una condición: unirse en coalición. De esta manera no sólo se aseguraba que la mayoría de los votantes estaría representada en su gobierno, sino que los dos viejos enemigos se sentarían en la misma mesa a hablar. Y así ocurrió, ambos llegaron a un acuerdo, Paisley sería primer ministro y McGuinness viceprimer ministro, en un gobierno de coalición formado por miembros de ambas formaciones.
Tras la firma, se sentaron en un mismo sofá y rieron. No a las víctimas, que ninguno olvida, ni al viejo odio. Rieron al futuro, rieron al deber cumplido, rieron a la paz. Y el pueblo y el mundo rieron con ellos, felices y aliviados, mirando por fin hacia delante.