09 enero 2016

Blanco (de nuevo)


Fuente: academiashg.com
Cada vez que me enfrento al papel en blanco, ha pasado más tiempo.

Cuanto más tiempo ha pasado, más necesidad tengo de escribir.

Son las paradojas de un momento vital confuso, a veces demasiado intenso, que me hace sentir como yendo tras la estela de mi propio carro, aquel de mi primer escrito ("poema" sería demasiado atrevido), hace ya tantos años.

Cada día pienso en escribir; no es que tenga mucho que contar, pero sí mucho que contarme. Lo veo como la herramienta que necesitaría (seguramente, no la única) para poner en cauce todos estos pensamientos que vuelan alocadamente en mi cabeza, que me hacen sentir el mareo -la confusión- de la duda y la inseguridad. Que me hacen abrir la puerta a las palabras, esas que están pero no encuentran salida, las mismas que podrían expresar que siguen siendo capaces de expresar, aunque no expresen.

El músculo de la escritura está dormido, demasiado tiempo sentado esperando que yo mismo decida reactivarlo. Le cuesta y le va a costar, quizá no sea posible activarlo más allá de unos límites modestos. Espero (quiero) que las páginas en blanco empiecen a emborronarse con líneas y bosquejos de mi anárquica arquitectura mental.