14 junio 2006

Bucle

Se incorporó bruscamente, empapado en sudor, ojeroso. Aterrorizado. Había tenido ese sueño antes. Corría perseguido por sí mismo. Ninguno de los dos alcanzaba su destino. ¿Quien perseguía a quién, a qué? La sabana se extendía delante de él, y de él. Esqueléticas acacias actuában como testigos inmutables, dueñas únicas del desierto. Nubes de polvo les cegaban a medida que se acercaban a su objetivo, que no alcanzarían si seguían corriendo, aunque nunca pararon a pensarlo.

Había tenido ese sueño antes. Desde que comprendió que los acontecimientos le perseguían a él, y no al revés. Desde que ellos guardaban la ilusión, no su mente. Nada fue igual desde entonces; él entró en su vida, por su culpa. Sólo él mismo había sido el causante de convertirse en un espejo de lo que nunca quiso ser, un conformista de sueños (sus sueños) incumplidos. En definitiva, el causante de que él le arruinara la vida cuando admitió la existencia del abandono.

Se incorporó súbitamente, sudoroso. Había tenido ese sueño antes. Soñaba que se incorporaba bruscamente, empapado en sudor, ojeroso.

Aterrorizado.


Foto [Gutenberg]

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