29 abril 2006

Raíles oxidados

Risas de altavoz desafinado suenan en el umbral de la estación. Retumban en las paredes, en los bancos, en las sucias baldosas que ya no reflejan la opulencia de los tiempos pasados. El vagabundo, única presencia en la penumbrosa estancia, perfila una de las muecas de su reducido catálogo de discrepancias con la vida, mohíno cuadro decolorido de un presente que no recuerda. Se prepara ya para la rutina que, de tanto escuchar, le pertenece. Al detenerse la estruendosa maquinaria, un revisor más resignado que sus pasos entra en la sala y anuncia: viajeros al tren. Camina hasta la que fue monumental puerta y afirma: viajeros al tren. Inseguro fuera del vagón de sus miserias, emprende el regreso. Al llegar a la altura del vagabundo, se detiene una vez más y escupe: viajeros al tren.

No recuerda que el tren hace años que dejó de parar, en la vieja estación.

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